Apple lleva tantos años generando una marca que a veces tiene problemas para atender la demanda. Es como una nueva religión y algunas religiones desembocan en fanatismos y en violencia. La semana pasada vimos las consecuencias de un buen hype: el provocado por el iPhone 4S en China.

El nuevo Smartphone de la firma de Cupertino tenía previsto salir a la venta el fin de semana pasado, sin embargo, tanto en Pekín como en Shangai se produjeron incidentes en las colas de acceso a las tiendas, plagadas de reventas, y Apple decidió no proceder a la apertura de sus establecimientos. Los antecedentes recientes, con el lanzamiento del iPad 2 en mayo no eran nada halagüeños ya que entonces la puerta de cristal de la principal tienda de Pekín  cedió y cuatro personas tuvieron que ser atendidas en el hospital.

Apple lamenta que no pueda garantizar la seguridad de vendedores de clientes y sostiene que, por el momento, el último modelo de iPhone no estará disponible en las tiendas de Pekín y Shangai, las dos ciudades más pobladas del país con 13 y 17 millones respectivamente. La empresa de Jobs renuncia así a las dos principales metrópolis de China, uno de los últimos reductos del comunismo que ahora suspira por los objetos de consumo estadounidenses.

Ya hay algunas malas voces que proclaman la culpabilidad de Apple por retrasar deliberadamente la fecha de lanzamiento y acotar el suministro. Una estrategia que en condiciones normales habría supuesto un aumento de los márgenes de beneficio pero que en este caso concreto habría obténido unos resultados ruinosos.

Diego Celma Herrando

Imagen: diariodenavarra

Por Admin 2

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